lunes, 27 de abril de 2009

PORCINEZ

No imagino las extrañas intenciones que llevaron a los cerdos a hacer venganza en contra de los mexicanos; si han sido privilegiados con ser alguien con renombre, como puerco, cerdo, chancho, cuino…
Parece ser que se les ocurrió castigarnos con algo mejor que los cisticercos, porque la gente se estaba cuidando mucho de ellos; ya estaba regulada la producción de carne limpia de esas larvas. Y como que ya no funcionaba.

¿Y quién dice que los cerdos no son inteligentes? Han ideado la mejor y más mezquina forma de darnos muerte… la forma que más encajaría en nuestra civilización: “el catarro de puerco” (científicamente llamado “Influenza por virus porcino”). ¿Por qué fue una fantástica y destructiva idea?

Una de mis tesis siempre ha sido que “donde quiera hay gente puerca”. Podemos observar cómo dejan sus huellas plásticas de colores en la calle, de qué modo olvidan desperdicios y fogatas en los bosques, y hasta en otros ámbitos como en el transporte público y toda institución gubernamental; la gente porcina ha hecho de las suyas a lo largo de la historia; pero en México existe un género muy especial que le ha valido la fama en todo el mundo… por su obesidad, por su gusto de dar y recibir mordidas, por su güeva, por los fracasos a nivel deportivo, por malos manejos de los recursos de la población… dignas conductas de una porcinez generalizada.
De modo que virus de puerco atacan muy bien a la gente porcina. De otro modo no me lo explicaría…

¿Motivos del ataque? Sencillo… chicharrones, carnitas, tamales, tortas, zapatos, manteca, tostadas de pata, cueritos, queso de puerco… si los judíos pudiesen, harían lo mismo en contra de sus antiguos verdugos, no sé si lanzándoles un virus judaico.

Nos lo hemos buscado; seguirá cobrando vidas esta medida de las fuerzas porcinas mientras nuestra porcinez siga siendo monumental.



Simplemente GABE…

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