jueves, 3 de septiembre de 2009

FILOSOFÍA PERCEPTIVO-RELATIVA

(De una metafísica sale una epistemología: de aquella neta de que no conocemos más que lo que nuestros sentidos se dignan a captar, dejando lo demás sanamente en el mundo de lo que lo-que-ai’tá)


El mundo, es decir, toda la existencia es inconmensurable; ni siquiera podemos comprender todo cuanto está escrito en el ámbito del ser. Algo razonable ya nos había dicho el filósofo Emmanuel Kant, al mencionar que el mundo del noúmeno era inaccesible al conocimiento humano.

Pero ahora no veo una realidad nouménica, sino un cúmulo de distintos modos de existir y de expresar esa existencia, muchos de los cuales nos son impalpables. Lo que nos llega al intelecto en un primer momento es una parte de esa realidad: es una imagen parva de lo que es, porque es lo que podemos captar… observamos una cama tendida. Una cama en completo reposo y parecería una sandez decir que hay movimiento en ella. De igual modo podemos hablar del mundo multicromático de una infinidad de combinaciones de colores, pero que muchas opciones de ellas salen de nuestra vista… la luz infrarroja y ultravioleta. ¿Es por eso que nunca me he puesto un suéter ultravioleta?

No parece viable que haya una verdad absoluta en el objeto que se deja conocer. Es más bien, lo que parece a este paupérrimo filósofo, que en la reflexión del conocimiento, se debe distinguir entre la cosa misma, “lo-que-ai’tá” y el objeto, que es lo que capto o aquello a lo que le designo características que pueden serle propias o no.

La cosa no es independiente en sí misma del resto de la existencia; es más bien un conglomerado amorfo que llega a ser objeto en tanto que se le distingue del resto y se le conoce aquello que sea posible. Es cuando pasa a ser un teléfono, una bocina, una pieza de bocina, una molécula de polímero, un átomo de carbono, un electrón o cualquier cosa en la que se pueda dividir. Antes de llegar a saber de ese preciso electrón, no era más que parte del conglomerado de ser que la mente concebía como teléfono. Se ha de caer en la conclusión de que en el conocimiento, quien forma el objeto es el mismo sujeto que conoce. Cualquier cosa que nadie haya visto jamás y que pudiera tener indicios de una existencia, al menos en el plano especulativo y potencial, no será más que un conglomerado amorfo de ser. Será cosa en tanto que hubo llegado a ser objeto, pero en un ámbito especulativo.

Obviamente se ha de destacar el principio relativo y subjetivo del conocimiento del objeto, porque cada cual abstraerá aquello a lo que sea capaz, de acuerdo con sus facultades físicas como los sentidos, y sus facultades mentales como la inteligencia y la capacidad de síntesis.




Simplemente GABE...