Se torna tan verdadero en el histórico dilema del huevo y la gallina, tanto el que haya sido primero el huevo y el que haya sido primero la gallina; claro que se deben tomar en cuenta los pertinentes matices.
Desde una perspectiva biológica, se concluye que el huevo fue primero, porque el ADN de un organismo puede mutar sólo antes del nacimiento y no estando ya en sus etapas posteriores de desarrollo; de este modo, el animal -probablemente ave- que hipotéticamente sería la última madre no-gallina, puso el huevo en el que se gestó genéticamente la primera gallina en estado embrionario; de ese primer hubo de gallina salió la primera gallina.
Desde una perspectiva temporal, según un antes y un después, no se encuentra primacía de ninguno de los dos, pero al menos se puede ceñir al anterior argumento, de tal modo que primero sería el huevo.
Desde una perspectiva temporal, según un antes y un después, no se encuentra primacía de ninguno de los dos, pero al menos se puede ceñir al anterior argumento, de tal modo que primero sería el huevo.
Desde una perspectiva filosófica, en el orden lógico y ontológico, la primacía se encuentra en la gallina, porque según la filosofía aristotélica del acto y la potencia, en la que toda potencia es en función del acto en que culmina y por ende, si no hay gallina (acto) no hay huevo (potencia). Y desde la reflexión propia, un huevo no es en sí mismo un huevo de gallina, a menos de que le sea adjudicada la gallineidad; un huevo en sí mismo puede ser potencialmente de cualquier especie ovípara, por lo que debe ser considerada previamente la existencia de una gallina, para que ese huevo sea “huevo-de-gallina”.
Simplemente GABE...